Sabe, si alguna vez tus labios rojos quema invisible atmósfera abrasada, que el alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada.
¿Cómo vive esa rosa que ha prendido junto a tu corazón? Nunca hasta ahora contemplé en la tierra sobre el volcán la flor.
Mi vida es un erial; flor que toco se deshoja; que en mi camino fatal, alguien va sembrando el mal para que yo lo recoja.
De lo poco en la vida que me resta diera con gusto los mejores años por saber lo que a otros de mí has hablado. Y esta vida mortal y de la eterna, lo que me toque, i me toca algo, por saber lo que a solas de mí has pensado.
Gustavo Adolfo Bécquer
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