El Sanctum Celestial
El Sanctum celestial no es un sitio en el espacio, sino un nivel de conciencia que podemos alcanzar. A efectos de que tenga realidad para nosotros, para nuestra mente, lo podemos crear como un lugar en el espacio más allá y por encima de las nubes. Lo podemos construir en forma de catedral, de mezquita, pagoda, sinagoga o cualquier otro templo que represente para nosotros un lugar sagrado. También se puede fabricar como una simple habitación sencilla, el caso es que cuando penetremos en ella la consideremos un lugar sagrado. Otras formas de crear el Sanctum es imaginarlo como un paisaje o simplemente como el más limpio y nítido cielo azul. Si se forma como un edificio, por ejemplo, en forma de catedral, les pondremos sus torres, aleros, vitrales y todos los adornos que queramos. Visualizaremos siempre un guardián en la puerta de entrada vestido con una túnica amarilla, a quien debemos decirle al oído nuestra intención de entrar a un sitio tan sagrado.
Los motivos para entrar al Sanctum pueden ser muy variados, podemos ir tanto en petición de ayuda como para trabajar desde allí por la paz y el amor de la tierra, de todas las criaturas que están sobre su faz, sin personalizar. Si el motivo de entrar está relacionado con una necesidad personal, se la diremos al oído al guardián. Podemos entrar cuando necesitemos paz, amor, compañía, salud, comprensión, cuando sintamos que hemos perdido la esperanza o por cualquier otra necesidad de tipo personal. En ese lugar tan especial, encontraremos muchas mentes reunidas que buscan lo mismo que nosotros o que están allí para trabajar por el bienestar humano. Se puede entrar en cualquier momento día y hora, aunque los jueves es un día especial porque muchas personas se reúnen allí ese día.
Antes de entrar al Sanctum llevaremos a cabo una preparación. Nos sentamos en un lugar tranquilo donde nadie nos moleste, preferiblemente en penumbra, se puede quemar incienso y poner una música suave si se desea. Sentados con la espalda y el cuello derechos, los ojos cerrados, los pies bien planos en el suelo, las piernas entreabiertas y las manos con las palmas hacia abajo sobre los muslos. Tomamos tres respiraciones neutras, esto es, inspirar lenta y profundamente por la nariz, muy despacio, y exhalar el aire por la nariz a continuación. Si te concentras en el aire que entra y sale despacio de la nariz alcanzarás una relajación no solo del cuerpo sino de la mente. Una vez hechas las tres respiraciones realizamos una invocación al Dios de nuestros corazones y de nuestra comprensión. Puede ser así: “Dios de mi corazón, dios de mi comprensión, que tu divina esencia se infunda en mi ser y me limpie de mente y cuerpo para entrar con dignidad en el Sanctum celestial”. Una vez realizada esta invocación, nos visualizamos a nosotros mismos ascendiendo. Para que nuestra mente tenga realidad de este ascenso podemos ir viendo las casas haciéndose más pequeñas, sobrevolando la ciudad en que estamos y traspasando las nubes, cuando estemos muy altos en que solo veamos cielo azul a nuestro alrededor, por encima de la cabeza y por debajo de los pies, visualizaremos el Sanctum tal cual lo hemos construido, nos acercaremos a él, veremos todos los detalles, lo rodearemos y buscaremos la puerta de entrada, veremos al guardián de túnica amarilla, nos acercaremos a él y le diremos al oído nuestro propósito de entrar, si el propósito no es buscar sino dar amor, paz y salud a otros se lo diremos igualmente. El guardián siempre nos abrirá la puerta, entraremos y empezaremos a sentir una fuerte fuerza vibratoria de todas las mentes allí reunidas. Estará lleno de luz radiante y nítida, regeneradora, nos sentaremos en un lugar que hay siempre reservado para cada uno de nosotros. Si hemos ido a buscar paz, primero demos la paz. Sea lo que sea que busquemos démoslo primero. Eso lo haremos visualizando que desde el centro de nuestro pecho sale un rayo de luz plata que lleva impregnado la paz y el amor, la salud o el bienestar. Veremos como este rayo de luz plata alcanza la tierra que la visualizaremos abajo y a la izquierda, veremos como la tierra se llena de esta luz esplendorosa que sale de nuestro pecho con nuestro deseo de que alcance a todas las criaturas sobre la faz de la tierra. Mantendremos esta visualización durante 2 minutos aproximadamente, luego dejaremos de emitir o irradiar pensamientos, dejamos la visualización y nos volvemos receptivos durante unos 3 minutos, no trate de pensar sino de tener una actitud de espera, como si dentro de ti fuera a surgir algo. Después de este período, tomas una inspiración profunda y agradeces al Dios de tu corazón por este contacto con el Sanctum celestial. Y vas volviendo dulcemente a la conciencia objetiva, te levantas y te dedicas a otra tarea. Que la bendición del Cósmico sea contigo. Siempre es bueno tomar un vaso de agua fresca después del ejercicio.