SEMBRAR TESOROS EN EL CIELO
Se cuenta la historia de un hombre cristiano rico y tacaño,
que acostumbra disfrutar las cosas más finas de este mundo
disfrutar las cosas más finas de este mundo.
Sin embargo, era un hombre egoísta,
especialmente cuando se trataba de dar a la obra de Dios.
Llegó el día en que murió el señor.
El tacaño se encontró en el cielo donde un ángel le esperaba a la puerta.
El ángel le informó que le tocaba acompañarlo a su nuevo hogar.
Mientras caminaban por las calles hermosas del Cielo,
el viejo veía cuadras y cuadras de mansiones
mucho más bellas que la que él tenía en la Tierra.
Se llenó de expectación pensando en la mansión que le iba a tocar, e imaginaba que por el estilo de vida
que acostumbraba en la Tierra,
el Señor le debía haber construido una mansión
muy especial para su morada eterna.
Finalmente, cruzaron la última calle del Cielo
y caminaron hacia un lote en las afueras.
Allí se encontraba una casa humilde de un solo cuarto,
parecida al almacén de herramientas que el viejo tenía en su propiedad.
Se molestó el hombre e insistió en saber
por qué su casa en el Cielo se veía tan pobre en comparación a las demás.
El ángel respondió,
"Bueno, es que hicimos lo mejor que pudimos con los materiales que enviaste".
Nosotros sabemos que debemos sembrar tesoros en el cielo, donde la polilla y el orín no corrompen.