SIEMPRE HAY UN MOTIVO
Señor: "Dame un motivo..."
Déjame sentir y entender
que detrás de todas las cosas de la vida,
siempre hay un motivo;
aunque yo a veces no sepa descubrirlo.
Siempre hay un motivo...
para cargar la cruz que llevamos por el camino,
pero nos resistimos a creerlo.
Siempre hay un motivo...
para hablar al corazón de nuestros hijos;
aunque ellos no sepan entender
nuestras palabras de experiencias, por viejas;
y nosotros no sepamos asimilar sus palabras de libertad,
por nuevas.
Siempre hay un motivo...
para saltar el muro del silencio, pero de fuera para dentro; hasta caer en el mundo de los sentimientos
y decir desde el corazón: "Te necesito..."
Siempre hay un motivo...
para reir y llorar, para vivir y morir,
para saltar y jugar, para luchar y sostenerse.
Un motivo... para sonreir, sonreir a la vida;
como el de los pájaros que cantan,
los niños que juegan, el sol que se oculta
y el lucero que se asoma.
Siempre hay un motivo para decir: "Te quiero...",
para remover las ilusiones y esperanzas,
para realizar los sueños y cambiar las realidades.
Un motivo... para detener el tiempo
en esos momentos maravillosos de la vida
y valorar nuestra existencia;
para sentirnos útiles, útiles para otros,
como cada árbol que purifica el ambiente,
como cada diminuto ser que vive en este mundo.
Señor, "Dame un motivo... de tantos que existen";
uno que me impulse para llegar y equilibrar,
para no retroceder;
uno poderoso, encima de todos los límites,
que sea una verdadera hazaña de actividad y cristianismo;
uno sublime, que fluya por mi ser y vitalice la voluntad,
para poder abrir un grano de fortaleza cada día
y una rosa de frescura cada mañana.
"Dame un motivo, Señor";
que sea el centro de gravedad de mi existencia,
el impulso para todos los logros,
la razón de las razones,
la resistencia que se nos mete en la voluntad
y la luz brilla en nuestras almas.
Me conformo con uno, Señor;
uno que me haga mirar como tú miras,
sentir como tú sientes
y amar como tú amas.