ESTRELLA POLAR
¿Señor, donde estabas?.
Confié en tu promesa de socorrerme, porque dijiste que nunca me dejarais solo,
Sin embargo...experimente la soledad en la larga marcha.
Me caí innumerables veces, bajo el cansancio que me dominaba.
Llore insoportable llanto, siempre que la desesperación se alojo en mi.
Perdí el rumbo en la noche larga sin ninguna estrella de esperanza.
Con frecuencia desistí de continuar, en buena hora seguí adelante.
Experimente recelos superlativos que me enloquecieron en diversas ocasiones.
La falta de amor me dejo herido y triste.
La persecución ingrata de los que se volvieron en contra de mi, atrofio mis sentimientos, marcándome con amargura.
Llego, por fin, cansado y triste...y te pregunto: -¿Por qué me abandonaste, Señor?.
-Jamás te deje, hijo querido.
Yo soy la fuerza que te condujo hasta aquí, auxiliándote para vencer las dificultades que fortalecieron tu animo, reanimando tu ser en todo el áspero trayecto.
No luche en tus batallas, que eran tuyas, pero te sustente cuando desfalleciste: señalándote el rumbo cuando andabas en la sombra de la noche: hablándote sin palabras, en la soledad; animándote cuando caías para que pudieras levantarte y continuar...
Hijo mío, llegaste hasta mi, porque yo estoy en ti a través de esa fuerza que te impulsa en la dirección del Padre.
No me ves, pero me sientes
No me oyes pero me percibes
No conversas conmigo, no obstante yo soy quien te guió hasta aquí.
Estrella polar en el cielo de las almas, que indica siempre el norte dichoso de la felicidad.