El padre les pidió a sus hijos que le ayudaran a construir su casa.
A la mitad de la obra uno le dijo: -Padre: tus otros hijos se han apartado de tu voluntad; te han desobedecido, y no son ya dignos de ti.
Le preguntó el padre: -¿Han dejado de trabajar en la obra de mi casa? -No -respondió el hijo-. Pero ninguno trabaja en la misma manera que trabajo yo, ni hacen las cosas como yo las hago.
-Hay muchos modos de ayudar a construir mi casa -expresó el padre-. Haz con amor tu parte y no pierdas el tiempo en discutir con los demás. Aunque cada quien trabaje en diferente modo lo importante es que trabaje en mi obra. Terminada la casa todos nos encontraremos en ella, y entonces ya no habrá ninguna diferencia.
El hijo entendió lo que le padre le decía, y supo que aunque haya distintos operarios y diferentes modos de trabajar, la casa es una sola. Colaboración de Mario Pablo Vásquez de México, D.F.