NOCTURNO SIN PATRIA
Yo no quiero un cuchillo en manos de la patria. Ni un cuchillo ni un rifle para nadie: la tierra es para todos, como el aire. Me gustaría tener manos enormes, violentas y salvajes para arrancar fronteras una a una y dejar de frontera sólo el aire. Que nadie tenga tierra como se tiene traje: que todos tengan tierra como tiene aire. Cogería las guerras de la punta y no dejaría una en el paisaje y abriría la tierra para todos como si fuera el aire... Que el aire no es de nadie, nadie, nadie... Y todos tienen su parcela de aire. Los malos sembradores van cayendo trazados por la cintura en dos trozos de carne amarga, aplastados debajo del grito de los pueblos. De cada hueso, de cada mujer herida, sale un cuchillo ardiendo, cortando brazos malos. Y sobre brazos, muslos, cabezas desprendidas va creciendo el oleaje de paz, de buena paz, paz comprada con negras monedas de dolor, pero paz, compañeros, paz, hermanos, paz buena, fresca y onminiscente como un aire, una nube de estrellas aventadas por un ángel de fuego
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