Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo usando la astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los atrapaba inmediatamente para su comida.
Habían llegado y perecido ya bastantes animales, cuando la zorra, adivinando cuál era su ardid, se presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al león cómo le iba con su salud.
“Claro que hubiera entrado”, le dijo la zorra, “si no viera que todas las huellas entran, pero no hay ninguna que llegara a salir”.
Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te dañe.
Fábula de Esopo