Erase un alma que encalló en la isla de la soledad donde agoniza el tiempo donde mendiga la paz.
Con amargura sintió el frío de la realidad, torturada por la voz que le devolvía la mar
¿Dónde podía hallar consuelo y bienestar si en esta tierra sólo crece la espiga de la vanidad?
¿Dónde poder saciar la sed de libertad que mereció si la piedad en esta isla jamás amaneció?
Y así transcurren sus días naufragando su destino varada su esperanza en el oleaje del olvido.
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