La mirada de aquella mujer tenía un brillo especial.
Sus ojos eran una isla de tierra, en medio
de un océano verde salpicado de chispas doradas.
Parecía que las estrellas los habían
salpicado con su luz.
Los cabellos eran de un color indefinido,
ni dorados, ni blancos, pero relucían
cuando el viento ondeaba sus hebras.
Era pequeña, frágil y sin embargo
irradiaba personalidad por los poros
de su piel traslúcida.
Cualquier persona observadora,
se habría dado cuenta de que no era
una mujer normal.
Caminaba ligera, como si los pies diminutos
no tocaran el suelo, y si lo hacían,
era con cuidado infinito, podría decirse
con mimo exquisito.
Todo a su alrededor parecía
resplandecer a su paso.
Como si se iluminara con su presencia.
Hasta el mismo sol intensificaba sus rayos,
los alargaba en vano intento
de aproximarse a ella.
Más…nadie se atrevía a tocarla.
La noche llegó dulcemente.
Primero aparecieron las luces difusas
del atardecer que acompañaron al
sol en su despedida.
Después el firmamento lunar, extendió
el mantel oscuro bordado de estrellas plateadas y
la luna se sentó sonriente a cenar,
acompañada de su amiga lechosa,
de luceros juguetones,
de las constelaciones pícaras y
orgullosas que exhibían sus formas
desde tiempos inmemoriales.
El conjunto era de una belleza inigualable.
La mujer levantó su rostro,
dejando fija la mirada en la bóveda nocturna.
De repente, las estrellas,
antes inmóviles, se desplomaron del cielo.
Era una lluvia resplandeciente cayendo
hasta la tierra.
Era tan maravilloso, que hasta la mujer
se emocionó.
Siempre lo hacía.
Extendió sus manos blancas,
alargó sus brazos, respiró en profundidad…
La rodearon.
Eran una nube de luz a su alrededor.
Unos instantes después,
la mujer ascendía risueña hacia las alturas
con las manos llenas de estrellas parlanchinas,
con montones de estrellitas
empujándola hacia arriba.
Fue tocar el cielo oscuro y transformarse
en la estrella más radiante y luminosa
que jamás se hubiese visto.
Alfa; la traviesa, la aventurera, la curiosa,
la humana cuando el cuerpo se lo pedía…
por fin estaba de nuevo en casa.