El brillo plateado de tus sienes se confunde con el rayo primero de un amanecer soleado, entre árboles gigantes.
Tus manos marcadas por la dureza del trabajo árduo y penoso que realizaron, dejan entrever la grácil palma de virgen encontrada entre ruinas.
Tu rostro, refleja mujer, cansancio y fatiga de existir en un mundo de guerras morales, de palabras inútiles y vacías.
Tu mirada caída busca la NADA, preguntando sin hallar respuesta a las reflexiones que ocasionan tu alto poder de intuición.
DE LA RED
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