Y el poeta dijo:
Vuestros hijos no son vuestros. Son los hijos y las hijas del anhelo de la vida por perpetuarse. Llegan a través de vosotros, más no son realmente vuestros. Y aunque están con vosotros, No os pertenecen. Podréis darle vuestro amor, pero no vuestros pensamientos, porque tienen sus propios pensamientos. Podréis albergar sus cuerpos, pero no sus almas, porque sus almas moran
en la casa del mañana, que no podéis visitar si siquiera en sueños. Podréis, si mucho, pareceros a ellos, mas no tratéis de hacerlos semejantes a
vosotros, porque la vida no retrocede, ni se estanca en el ayer.
Sois los arcos para que vuestros hijos, flechas vivientes, se lancen al espacio. El arquero ve la marca en lo infinito, y él es quien doblega, con su poder,
para que sus flechas partan veloces a la lejanía. Que el doblamiento en manos del arquero sea vuestra alegría; porque aquél
que ama la flecha que vuela, también ama el arco que no viaja.
KALIL GIBÁN
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