Que pecado fatal es la arrogancia
estandarte de tantos dirigentes
que nunca disminuyen la distancia
entre sus apetencias y la gente.
Saben vestirse bien, con elegancia,
se mostrarán activos y sonrientes,
tratando de vendernos la fragancia
de un perfume mejor y diferente.
Suelen valerse de señeras figuras
para convalidar sus sin sentido...
¡Si pudieran dejar las esculturas
las almas de los seres aludidos!
...harían construir más sepulturas
para poder tener allí escondidos,
tapados con la lápida más dura
a esta congregación de forajidos.
Desde ya les anticipo es patrimonio
de sus predecesores los defectos
que pueden enviarte al manicomio.
En fin, debes pensar: nadie es perfecto
y aunque hagan su trabajo con encomio
siempre podrá fallar el intelecto...
¿Son meros aprendices de demonio
un poco mejorados en su aspecto!
Cuando intentan llegar son muy cordiales
y escuchan a la gente más modesta,
nunca sospecharás de sus modales,
siempre te han de brindar gentil respuesta.
Una vez nominados es distinto,
no quieras refrescarles el pasado,
aflora de las fieras el instinto
cuando tienen a un paso su bocado.
Como todo algún día se termina
estos sujetos llegan a su ocaso.
Aunque para mostrarte que camina
(de espaldas a la luz de su fracaso),
molesto por lo duro de la espina,
repartirá en el aire manotazos
jurando por el sol que lo ilumina
que siempre está contigo y con tu caso.
Y bien, creo que he sido un delirante
gastando así un poco de mi vida
reflexionando sobre un atorrante,
lo que es igual que revolver la herida.
Prometo firmemente en este instante,
que aunque a veces me encuentre sin salida,
no he de gastar mi pluma itinerante,
en estas cosas, hoy fue mi despedida.