UN LÁPIZ
Por diez centavos lo compré en la esquina y vendiómelo un ángel desgarbado; cuando a sacarle punta lo ponía lo vi como un cañón pequeño y fuerte.
Saltó la mina que estallaba ideas y otra vez despuntólo el ángel triste. Salí con él y un rostro de alto bronce lo arrió de mi memoria. Distraída
lo eché en el bolso entre pañuelos, cartas, resecas flores, tubos colorantes, billetes, papeletas y turrones.
Iba hacia no sé dónde y con violencia me alzó cualquier vehículo, y golpeando iba mi bolso con su bomba adentro.
ALFONSINA STORNI
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