Jesús dijo:
«Mas yo os digo, que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio» (Mat. 12: 36)
No siempre son malas palabras, ni tampoco mentiras o calumnias. Son, sencillamente, palabras ociosas, innecesarias, que sería mejor no pronunciar. Hay un mal que no es fácil comprender en el uso de la lengua.
Quizá era lo que nuestro Señor quería explicar cuando dijo:
«Sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede» (Mat. 5: 37).
Esta advertencia debería bastar para que los cristianos fuéramos más prudentes en el excesivo uso de la lengua.
¡Cuántas palabras decimos que no cumplen el requisito básico de toda palabra: que sea verdad, que sea edificante para los demás y que sea necesaria!.
3.- Los chismes:
«No andarás chismeando entre tu pueblo» (Lev. 19:16), dice la Palabra de Dios.
La calumnia, la falsedad y una larga lista de formas menos evidentes de decir lo que no es cierto quedan calificadas como chismes. Propagar tales cosas es hacer la obra de Satanás.
4.- La mentira:
La Palabra de Dios dice:
«Los labios mentirosos son abominación a Jehová» (Prov. 12: 22),
pero decir la verdad es deleitar al Señor.
¿Deleitan tus palabras a Dios?
Pídele hoy al Señor que te libre de la enfermedad contagiosa de la lengua. Porque solamente habitará en el monte de Dios
«El que habla verdad en su corazón, y no calumnia con su lengua» (Sal 15:2,3).
Pepe