A la Virgen de Navidad
La olvidada campana de la estrella toca la hora del Amor, y el viento dispersa en las tinieblas el lamento de los cautivos y la Paz lo sella.
Porque eres Madre, siendo aún Doncella, y el río de tu leche es ya sustento; porque duerme el Señor bajo tu aliento, heno de tu campiña en la gamella:
En la Noche del Tiempo renacido, incapaz de decir tu dulce nombre la Palabra del Padre hecha vagido;
capullo de las fajas y del sueño, tembloroso y mortal capullo de hombre ¡nuestro hermano mayor y el más pequeño!
Pedro María Casaldáliga
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