A veces, para avanzar más rápidamente conviene reducir la velocidad. A veces, para conseguir más hay que dejar de intentarlo con tanto empeño.
Cuando te apuras a ti mismo de manera constante e implacable, el apuro pasa a ser el foco y así, puedes perder de vista el verdadero objetivo. Estando constantemente ocupado en estar siempre ocupado, puedes caer muy fácilmente en olvidar lo que estabas queriendo conseguir.
Apurarte en una determinada tarea puede agotarte y generar errores que luego te obligarían a dedicar más tiempo en arreglarlos. Ten presente que correr a gran velocidad no es una estrategia útil para ganar un maratón.
Reducir la velocidad a un paso que resulte sostenible en el tiempo puede, de hecho, ayudar a que los resultados lleguen antes. Recuerda que tu meta no es simplemente estar ocupado, sino lograr algo de verdadero valor con tus esfuerzos.
Toma una respiración profunda, acalla tu mente y concentra tu foco y tus pensamientos allí donde estás yendo. Moverte pensativa e intencionalmente te aportará muchísima fuerza.
El tiempo y una firme perseverancia conseguirán mucho más que un barullo frenético y apresurado. Ve suficientemente rápido como para lograrlo, pero suficientemente lento como para hacerlo bien.
Gabriel Sandler