A TI, DIOS MÍO...
Dios mío, tu me ayudas a soportar la fatiga, vencer el abatimiento y olvidar el cansancio.
Tu me ayudas cuando hay tristeza en el corazón, templas mi confianza, reanimas mi espíritu.
A tu lado todo es luz si estoy desilusionado y me fortaleces para recuperar lo que he perdido.
Me recuerdas que con fe los esfuerzos no son estériles. Tu, Señor, alejas la melancolía y me confortas.
Me levantas cuando caigo, me perdonas con amor tierno y me prometes tiempos más favorables.
Me enseñas a aprender de mis errores y me das paciencia en un camino en el que se alternan las penas y los gozos.
Me conduces por el sendero recto en el que la vida nunca es inútil cuando el amor es presente.
Me invitas a centrarme en lo esencial, dejar de lado asuntos de poca importancia y avanzar sin desfallecer.
Gracias por tu luz.
(Ruth Bermeo)