El observado
Las hojas vibran, iridiscentes,
alentadas por la brisa,
y cada una vuela sujeta a su tallo,
resplandece en libertad soñada,
proclama el triunfo de la vida.
Vuelan las palabras que recoje el viento
y su eco se guarda en las palmas de las hojas
verdes manos caritativas
de la fiebre humana.
Allí está, ¿no la oyes?
Es la sinfonía ausente,
el dolor no sabido:
Aquí está quien te lo dice y vuela.
Y tú caminas sonámbulo,
poseso,
con tu corona de sudor,
mientras que un poco más arriba
de tu testa,
brilla la armonía, la luz,
el verbo no olvidado:
El canto y el silencio
de todas las respuestas.
DE LA RED