Como el primer cigarro...
Como el primer cigarro, los primeros abrazos. Tú tenías una pequeña estrella de papel brillante sobre el pómulo y ocupabas la escena marginal donde las fiestas juntan la soledad, la música o el deseo apacible de un regreso en común, casi siempre más tarde.
Y no la oscuridad, sino esas horas que convierten las calles en decorados públicos para el privado amor, atravesaron juntas nuestras posibles sombras fugitivas, con los cuellos alzados y fumando. Siluetas con voz, sombras en las que fue tomando cuerpo esa historia que hoy somos de verdad, una vez apostada la paz del corazón.
Aunque también se hicieron los muebles a nosotros. Frente a aquella ventana -que no cerraba bien- en una habitación parecida a la nuestra, con libros y con cuerpos parecidos, estuvimos amándonos bajo el primer bostezo de la ciudad, su aviso, su arrogante protesta. Yo tenía una pequeña estrella de papel brillando sobre el labio
Luis García Montero
|