Te propongo, hermano del camino, cambiar nuestras conductas poco a poco…, para que anclar la luz de lo Divino, deje de ser un juego peregrino “de niños…de poetas…y de locos…”.
Te propongo que andando nuestra ruta, no busquemos tener siempre la razón…, que como el humo se deshace en volutas, ¡así se desvanecen las disputas… cuando dejamos que hable el corazón…!
Te propongo introducirte suavemente en la cabeza de tu interlocutor…: al calzar sus zapatos brevemente, y entender por qué piensa diferente… ¡le podrás responder desde el amor…!
Te propongo evitar comparaciones…: ¡cada uno es un Dios particular!..., ¡y porque son distintos nuestros dones, es justamente que hay tantas razones para aprender… y para festejar…!
Te propongo que estés siempre conciente del inmenso valor de la palabra: en ella va quedando tu simiente, y cuando la utilizas sabiamente, ¡haces que el otro corazón se abra…!
Te propongo que des…sin pedir nada…, tan sólo porque si…sencillamente…, y es una paradoja no buscada, que al que no piensa nunca en su tajada, ¡todo le llega… silenciosamente…!
Y te propongo, al fin, la última cosa: ver en el otro…lo que aún no llegó a ser…, contemplarlo en su versión más luminosa, ¡la oruga ya trocada en mariposa…!, (…aunque aún le falte mucho por crecer…)
Jorge
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