Contaba, en su desvarío, todo lo bello que hallaba: desde las ondas del río…, a los niños que pasaban…!
Y asimismo registraba los astros del firmamento, y allí en su mente ordenaba las cifras de ese recuento…
¡Todo lo iba inventariando en su bendita locura…! …las mariposas volando…, …las nubes allí en la altura…
…las alondras del estío cuando se marchan de viaje…, …las lágrimas del rocío abrillantando el follaje…
…las flores que perfumaban…, …los peces en el acuario…, ¡nada bello se escapaba del “loco del inventario”…!
Y cuando alguien le inquiría qué era lo que estaba haciendo: “¡cuento mis bienes…!”, decía, siempre feliz…y sonriendo…
Y si seguían preguntando con tonito socarrón, donde los iba guardando…: ¡señalaba el corazón…!
Yo, por eso, al ver la gente que “con pelos y señales”, se la pasa amargamente enumerando sus males…
¡quisiera ser como el loco…! -el de la mirada pura-, ¡ese que cuenta de a poco, los bienes de su locura…!
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