Todos vamos llevando nuestra cruz en la espalda…,
y trabajosamente subimos la ladera…,
y una sospecha entonces de pronto nos asalta…:
¡esa cruz no está hecha tan solo de madera…!
Cada astilla contiene el amor que negamos…,
el lastre ensombrecido de nuestra intolerancia…,
el cúmulo creciente de los pasos que erramos…,
¡las flores que pisamos matando su fragancia…!
Pero si tú, mi amigo, has crecido en tu viaje…
y la bondad de a poco fue esmerilando al ego…,
y se fue alivianando realmente tu equipaje,
al soltar los prejuicios, los miedos, y el apego…
¡entonces yo te digo, hermano del camino,
que ese peso en tus hombros ahora no te hace falta…!:
cuando vas descubriendo que está en vos lo Divino,
¡ya no tiene sentido la cruz sobre tu espalda…!
Pero si tus creencias te mantuvieran preso,
y aún no te permitieran renunciar a tu cruz…,
dejame que te diga que ha perdido su peso…:
ya no es más de madera…: ¡ahora es toda de luz…!
Jorge Oyhanarte