GRITOS DEL CORAZON
Cuando los pies y el alma fatigados están, Cuando ya no se puede andar solo resta, sentarse a descansar. En ese momento, la algarería solo es bullicio, la alegría no penetra en la piel, y el dolor solo incrementa el dolor. Es necesario dejar el mundo, tanto real como virtual, penetrar en los senderos insondables de la mente, permanecer allí. Hacer frente al dolor con el dolor, abrir las heridas del corazón, para que esas cicatrices queloides expulsen lo que les impide cerrar. Mas, limpias ya de ese dolor solo queda llanto, soledad no hay nada que perdonar, esa acción le queda a Dios. Las lágrimas brotan de nuevo pero ahora con consuelo; aún necesita el silencio de la soledad que hace que escuche los quejidos del corazón. Que se niega aún a comprender en la naturaleza humana: la maldad, solo tiempo, necesita tiempo, para poder volver a dar. Ahora no; no puede dar lo que no tiene y lo que tiene no lo quiere dar, pues no quiere hacer a nadie llorar, mejor es necesario esperar.
Autor desconocido
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