IV
Es la mañana llena de tempestad en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes, el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón del viento latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
Zumbando entre los árboles, orquestal y divino, como una lengua llena de guerras y de cantos.
Viento que lleva en rápido robo la hojarasca y desvía las flechas latientes de los pájaros.
Viento que la derriba en ola sin espuma y sustancia sin peso, y fuegos inclinados.
Se rompe y se sumerge su volumen de besos combatido en la puerta del viento del verano.
PABLO NERUDA
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