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General: LA MARIPOSA
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Katia  (Mensaje original) Enviado: 02/04/2010 22:08

 

 

LA MARIPOSA

 

Mi mamá era hija de una pareja de campesinos de Entre Ríos. Nació y creció en el campo entre
animales, pájaros y flores. Ella nos contó que una mañana, mientras paseaba por el bosque
recogiendo ramas caídas para encender el fuego del horno vio un capullo de gusano colgando
de un tallo quebrado. Pensó que sería más seguro para la pobre larva llevarla a la casa y
adoptarla a su cuidado. Al llegar, la puso bajo una lámpara para que diera calor y la arrimó
a una ventana para que el aire no le faltara.
Durante las siguientes horas mi madre permaneció al lado de su protegida esperando el gran
momento. Después de una larga espera, que no terminó hasta la mañana siguiente, la jovencita
vio cómo el capullo se rasgaba y una patita pequeña y velluda asomaba desde dentro. Todo
era mágico y mi mamá nos contaba que tenía la sensación de estar presenciando un milagro.
Pero, de repente, el milagro pareció volverse tragedia. La pequeña mariposa parecía no tener
fuerza suficiente para romper el tejido de su cápsula. Por más que hacia fuerza no conseguía salir
por la pequeña perforación de su casita efímera. Mi madre no podía quedarse sin hacer nada.
Corrió hasta el cuarto de las herramientas y regresó con un par de pinzas delicadas y una tijera
larga, fina y afilada que mi abuela usaba en el bordado. Con mucho cuidado de no tocar al insecto,
fue cortando una ventana en el capullo para permitir que la mariposa saliera de su encierro.
Después de unos minutos de angustia, la pobre mariposa consiguió dejar atrás su cárcel y caminó
a los tumbos hacia la luz de la ventana.
Cuenta mi madre que, llena de emoción, abrió la ventana para despedir a la recién llegada, en
su vuelo inaugural. Sin embargo, la mariposa no salió volando, ni siquiera cuando la punta de las
pinzas la rozó suavemente. Pensó que estaba asustada por su presencia y la dejó junto a la ventana
abierta, segura de que no la encontraría al regresar. Después de jugar toda la tarde, mi madre
volvió a su cuarto y encontró junto a la ventana a su mariposa inmóvil, las alitas pegadas al cuerpo,
las patitas tiesas hacia el techo. Mi mamá siempre nos contaba con qué angustia fue a llevar el
insecto a su padre, a contarle todo lo sucedido y a preguntarle qué más debía haber hecho para
ayudarla mejor. Mi abuelo, que parece que era uno de esos sabios casi analfabetos que andan por
el mundo, le acarició la cabeza y le dijo que no había nada más que debiera haber hecho, que en
realidad la buena ayuda hubiera sido hacer menos y no más.
Las mariposas necesitan de ese terrible esfuerzo que les significa romper su prisión para poder
vivir, porque durante esos instantes, explicó mi abuelo, el corazón late con muchísima fuerza y la
presión que se genera en su primitivo árbol circulatorio inyecta la sangre en las alas, que así se
expanden y la capacitan para volar. La mariposa que fue ayudada a salir de su caparazón nunca
pudo expandir sus alas, porque mi mamá no la había dejado luchar por su vida. Mi mamá siempre
nos decía que muchas veces le hubiese gustado aliviarnos el camino, pero recordaba a su mariposa
y prefería dejarnos inyectar nuestras alas con la fuerza de nuestro propio corazón.

 

Jorge Bucay



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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: lorena ortiz Enviado: 03/04/2010 03:38

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: lorena ortiz Enviado: 03/04/2010 04:36

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: KARLA Enviado: 04/04/2010 00:18
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