Aquel niño triste... de montes y bateyes aquel niño triste... que nunca tuvo reyes que durante las noches contaba las estrellas y después en sus sueños... soñaba con ellas.
Aquel niño triste vagando por caminos polvorientos, queriendo agarrar los gallos finos Ahh... como se acuerda de aquellos buenos ratos aunque muchas veces andaba sin zapatos.
Cazando mariposas... ¡por los jardines! y con su jaula sólo cazando tomeguines. andando por veredas, sabánas y potreros oyendo el melodioso cantar del sabanero.
Ohh... como recuerda las dulces mañanas viendo despertar la campiña cubana lo mismo en Enero que en Julio o en Mayo sentir a lo lejos el cantar de los gallos.
Y después de la lluvia caminar por el fango después del aguacero a recoger los mangos Ohh... mangos deliciosos, maduros y dulzones igual que los jugosos y ricos marañones.
Y que sabroso era con arte y con maña en el viejo trapiche exprimir una caña y ver como el gallo al cantar se empinaba y a la gallina corriendo alcanzaba.
Aquel niño triste de rios y lagunas que soñaba despierto como alcanzar la luna que a veces se perdía entre los yerbazales caminando por los surcos de los cañaverales.
Aquel niño triste que jugaba conmigo porque yo era su único amigo. jugaba callado, tranquilo... sin riña cazando lagartijas por las cercas de piña.
Recogiendo las flores del campo silvestre así era su vida... su vida campestre Así era su vida... así se entretenía porque de otras cosas, el nada sabía
Jugando con semillas de los cacahuetes porque los reyes nunca le trajeron juguetes Aquel niño triste de tan poco tamaño que abandonó la escuela a la edad de once años.
No porque quisiera dejar de estudiar sino porque tenía que ir a trabajar trabajaba muy duro en invierno o verano y el machete le hacía llagas en sus manos.
Y aunque mucho tiempo ya hoy ha pasado su triste niñez...aún no ha olvidado pues la lleva consigo por siempre grabada como lleva el soldado asida la espada.
Pero el tiempo como todas las cosas pasó y aquel niño triste con el tiempo creció y ahora se encuentra a pesar de lo adverso contento y felíz escribiendo estos versos.
y así con esta historia termina este cuento de aquella... su niñez... una miñez opaca quizá recordando sus viejos instrumentos ¡El arado, el machete... y la guataca.
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