Cuando el velero blanco de mi calmada paz y la melancolía
se aleje del puerto con camino infinito y sin retorno no lloren por mí que la muerte me ha dado el descanso y con sus tiernos
brazos me muestra el camino de la luz hacia la aura que la muerte me lleva consigo a conocer los secretos fantasmas
de sueños insomnes que tanto dolor provocaron en vida que no llore mi madre porque con nuestros muertos estoy de regreso desnuda y contenta
de la mano del hombre que decidió ser mi padre y su amor que los abuelos me aguardan para contarme
los cuentos de antaño que no pude escribir que no llore mi hermano porque él me vio en la montaña perderme
en la lluvia buscando un camino que llevaba al mar que recuerde mi risa confundida entre los granitos de arena que cantaban los niños de nuestro viaje río arriba descubriendo el amor que no lloren mis niñas tres hebras de la misma madeja que hilvanan el cielo y el mar el viejito lleno de amor que no llore nunca porque voy contenta que no llore mi amante compañera tierna mi bastón mi mano mi pluma cuando no he podido escribir mi amor cuando no he podido amar mi vida cuando no he podido vivir que no lloren mis amigos porque ellos ya conocen de mis amores
con la muerte y no les sorprende el dolor que recuerden mis versos y que beban lo que no pude cuando apenas y se distingan mis cenizas entre
las aguas o el viento de un templo en Copán que no llore nadie que quemen incienso alzando las copas que me voy contenta para Xibalbá que no llore nadie.


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