Madrecita linda:
Todos mis cariños se dispersan, y todos mis rosales se deshojan, y todas las fragancias se me alejan.
Sólo me quedas tú, piadosa y blanca, como nombre de amor entre mis quejas, como hilo de agua en el desierto, como rosa de luz entre la selva…
Eres igual a un árbol cuya fronda llena de nidos nos protege y canta.
Madrecita linda:
Tus lágrimas se han vuelto gemas; deja que las engarce yo en el hilo de oro de un poema y hacer así un collar para tu amor.
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