ALEGRÍA hoja verde caída en la ventana, minúscula claridad recién nacida, elefante sonoro, deslumbrante moneda, a veces ráfaga quebradiza, pero más bien pan permanente, esperanza cumplida, deber desarrollado. Te desdeñé, alegría. Fui mal aconsejado. La luna me llevó por sus caminos. Los antiguos poetas me prestaron anteojos y junto a cada cosa un nimbo oscuro puse, sobre la flor una corona negra, sobre la boca amada un triste beso. Aún es temprano. Déjame arrepentirme. Pensé que solamente si quemaba mi corazón la zarza del tormento, si mojaba la lluvia mi vestido en la comarca cárdena del luto, si cerraba los ojos a la rosa y tocaba la herida, si compartía todos los dolores, yo ayudaba a los hombres. No fui justo. Equivoqué mis pasos y hoy te llamo, alegría.
Como la tierra eres necesaria.
Como el fuego sustentas los hogares.
Como el pan eres pura.
Como el agua de un río eres sonora.
Como una abeja repartes miel volando.
Alegría, fui un joven taciturno, hallé tu cabellera escandalosa.
No era verdad, lo supe cuando en mi pecho desató su cascada.
Hoy, alegría, encontrada en la calle, lejos de todo libro, acompáñame:
contigo quiero ir de casa en casa, quiero ir de pueblo en pueblo, de bandera en bandera. No eres para mí solo. A las islas iremos, a los mares. A las minas iremos, a los bosques. No sólo leñadores solitarios, pobres lavanderas o erizados, augustos picapedreros, me van a recibir con tus racimos, sino los congregados, los reunidos, los sindicatos de mar o madera, los valientes muchachos en su lucha.
Contigo por el mundo! Con mi canto! Con el vuelo entreabierto de la estrella, y con el regocijo de la espuma!
Voy a cumplir con todos porque debo a todos mi alegría.
No se sorprenda nadie porque quiero entregar a los hombres los dones de la tierra, porque aprendí luchando que es mi deber terrestre propagar la alegría. Y cumplo mi destino con mi canto
PABLO NERUDA |