La maqueta más grande que desde la creación del mundo existió y cuyo Arquitecto fue nada más y nada menos que Nuestro Señor Jesucristo, fue formada por un pequeño grupo de rudos, ineducados, imprudentes y pecadores.
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Tras cada parábola, tenían que pedirle una aclaración, porque sus recortadas inteligencias, no alcanzaban ni siquiera el lenguaje sencillo del Rabí.
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Ellos, en su material mentalidad, tienen una cosa que les preocupa: han dejado sus redes, y quieren saber la recompensa que su Maestro les va a dar por ellos.
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Y se lo preguntan sin rodeos.
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Qué dulce hay que ser para contestar una cosa semejante.
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El más grande pecador puede llegar a ser si se lo propone y con la gracia de Dios todo un modelo de Santidad.
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De lo minúsculo, saca Dios maravillas.
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Y espíritus analfabetos se mueven luego dominando la teología de la virtud, con agilidad asombrosa.
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Tú y yo, "desperdicios", podemos lograr una acabada confección de santidad.