Amarte con un fuego duro y frío. Amarte sin palabras, sin pausas ni silencios. Amarte sólo cada vez que quieras, y sólo con la muda presencia de mis actos.
Amarte a flor de boca y mientras la mentira no se distinga en ti de la ternura. Amarte cuando finges toda la indiferencia que tu abandono niega, que funde tu calor.
Amarte cada vez que tu piel y tu boca busquen mi piel dormida y mi boca despierta. Amarte por la soledad, si en ella me dejas. Amarte por la ira en que mi razón enciendes.
Y, más que por el goce y el delirio, amarte por la angustia y por la duda.