Hermes, en la mitología griega, mensajero de los dioses, hijo del
dios Zeus y de Maya, la hija del titán Atlas. Como especial servidor y correo de
Zeus, Hermes tenía un sombrero y sandalias aladas y llevaba un caduceo de oro, o
varita mágica, con serpientes enrolladas y alas en la parte superior. Guiaba a
las almas de los muertos hacia el submundo y se creía que poseía poderes mágicos
sobre el sueño. Hermes era también el dios del comercio, protector de
comerciantes y pastores. Como divinidad de los atletas, protegía los gimnasios y
los estadios, y se lo consideraba responsable tanto de la buena suerte como de
la abundancia. A pesar de sus virtuosas características, también era un
peligroso enemigo, embaucador y ladrón. El día de su nacimiento robó el rebaño
de su hermano, el dios del sol Apolo, oscureciendo su camino al hacer que la
manada anduviera hacia atrás. Al enfrentarse con Apolo, Hermes negó haber
robado. Los hermanos acabaron reconciliándose cuando Hermes le dio a Apolo su
lira, recién inventada. En el primitivo arte griego, se representaba a Hermes
como un hombre maduro y barbado; en el arte clásico, como un joven atlético,
desnudo e imberbe como puede comprobarse en el Hermes de Praxíteles, en
Olimpia
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