Hay un grito en alguna parte encerrado como hombre sin barrotes con su garganta lacerada lleno de nudos que ahorcan sus estrellas y más abajo, entre sus carriles viscerales, heridas de relámpago lamidas por los huracanes, azotadas por el viento intenso de las melenas de una caballada que se viene sobre su tropo a ruidos de sangre de palabras, de sordera incontenibl e que grita. Vos en cambio estás ahí, sangrando a que te bese desnuda, silencio a la llegada de la saliva hambrienta, convulsiona da, danzando sobre el paladar de tus ojos cerrados. Tenemos el tiempo en las manos y una abundancia de células yuxtapuesta s. Y entonces hay un grito en alguna parte encerrado como hombre sin barrotes que te recibe apoyado en la pared cual si fuese un crisantemo recién cortado. Me hubiera gustado llorar lleno de nudos que ahorcan sus estrellas y más abajo, eso que se abre como la tapa de un sótano y deja al desnudo toda la carne que tengo, eso que sucede simplemente tan pequeña dulce muerte y resurrección ocurre como un tiempo inmenso: pero no hay lágrimas. Tú estás ahí, con los ojos cerrados.
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