Excusándose de un Silencio...
Pedirte, señora, quiero De mi silencio perdón, Si lo que ha sido atención, Le hace parecer grosero.
Y no me podrás culpar Si hasta aquí mi proceder, Por ocuparse en querer Se ha olvidado de explicar.
Que en mi amorosa pasión No fue descuido ni mengua Quitar el uso a la lengua Por dárselo al corazón.
Ni de explicarme dejaba, Que como la pasión mía Acá en el alma te hablaba
Y en esta idea notable Dichosamente vivía; Porque en mi mano tenía El fingirte favorable.
Con traza tan peregrina Vivió mi esperanza vana Pues te puedo hacer humana Concibiéndote divina.
¡Oh, cuan loco llegué a verme en tus dichosos amores, que aun fingidos tus favores pudieron enloquecerme!
¡Oh, cuán loco llegué a verme en tus dichosos amores, que aun fingidos tus favores pudieron enloquecerme!
¡Oh, cómo en tu Sol hermoso mi ardiente afecto encendido, por cebarse en lo lúcido, olvidó lo peligroso!
Perdona, si atrevimiento Fue atreverme a tu ardor puro; Que no hay Sagrado seguro De culpas de pensamiento.
De esta manera engañaba La loca esperanza mía, Y dentro de mí tenía Todo el bien que deseaba.
Mas ya tu precepto grave Rompe mi silencio mudo; Que él solamente ser pudo De mi respeto la llave.
Y aunque el amar tu belleza Es delito sin disculpa, Castíguense la culpa Primero que la tibieza.
No quieras, pues, rigurosa, Que estando ya declarada, Sea de veras desdichada Quien fue de burlas dichosa.
Si culpas mi desacato, Culpa también tu licencia; Que si es mala mi obediencia, No fue justo tu mandato.
Y si es culpable mi intento, Será mi afecto preciso; Porque es amarte un delito De que nunca me arrepiento.
Esto en mis afectos halló, Y más, que explicar no sé; Mas tú, de lo que callé, Inferirás lo que callo.
SOR JUANA INES DE LA CRUZ
|