Calma
La prisa mata el amor.
Ella nos impide ver el sentido en la vida.
Nos levantamos rápido, comemos apurados, nos vestimos de prisa, vamos a trabajar raudos, hablamos atropelladamente. Al final del día nos sentimos angustiados y cansados. Una buena práctica para ajustar el ritmo de la respiración y de los pensamientos es empezar el día con una breve meditación. Así, aunque los eventos nos apresuren, estaremos preparados para caminar en la velocidad correcta.
Compartiò Gladys Bessi