Eres aquel cuyo gozo comparte el ángel.
No es de extrañar que enamores al hombre.
Yo mientras viva tu esclavo seré:
si quieres no me llames, si quieres llámame.
¡Ay, corazón, herido y agotado te mantienen!
Loco y con el pie atado te mantienen.
Y como todo hueso almendra alberga,
por ello siempre roto te mantienen.
Dije a la noche: pues tienes fe en la luna
tu fugaz pasar se debe a la inconstancia suya.
La noche me miró y esta excusa me daba:
y yo qué culpa tengo si el amor no acaba.
Aquel amor desnudo galopa hacia la estepa.
Lo vio mi corazón y lo reconoció por su hermosura y su grandeza.
A sí mismo se dijo: cuando escape de su rostro
con el rostro del amor, amores habré.
Desde que en el rostro de mi corazón el celo atesoro
otro corazón no existe en el mundo tan vivo y gozoso.
Por Dios que no sé que sea vivir sino el puro gozo:
oigo la tristeza mas la desconozco.
¡Oh mente, aparta, que aquí no hay prudentes!
De ser pelo en un pelo no cabrías.
Viene el día y ante la llama del sol quita una máscara
cada lámpara que se enciende de día.
Tu pie he atrapado, no tengo tu mano.
Sólo en tu cariño, que el corazón busca, el remedio vale.
Siempre me reprochas que en mi corazón no hay agua.
Si no hay agua en él, lloran sangre las pestañas.
Cosecha hubo de dolor y en medio de curación se convirtió
mi descenso fue ascensión y el impío a la fe se convirtió.
Alma y corazón y cuerpo velo fueron del camino,
hoy corazón el cuerpo se tornó y el corazón tornóse alma
y el alma en alma de almas se convirtió.
El arrepentimiento que su corazón en hierro trocó
para darme muerte sus ojos abrió
y aunque tal tu bucle yo soy onda en onda
con el arrepentimiento lo mismo haré yo.