Las ideas son la estructura del vivir. Marcan el paso. Definen el fin. Son las que determinan cada situación. Sin ideas básicas todo se confunde. Y cualquier camino nos parece que puede ser bueno y justo.
Cuando nacemos no somos nada… Nos hacemos hombres cuando vamos fijando principios que nos configuran el vivir.
Usa instrumentos, medios para llegar a tus fines, pero no te quedes en esa forma toda la vida, en el tránsito. Llega.
Es verdad que cada día tenemos menos brújulas, menos faros, menos guías. Los luceros se están apagando y si relucen los miramos con desconfianza, con miedo.
Trata de llegar a tu medida moral para que el espíritu no quede en lo chico, en lo imperceptible.
Construirse, configurarse, modelarse, es tarea grande y difícil.
A veces nos invaden sueños inmensos, alas de águila, aspiraciones a lo grande. Y vemos avergonzados los motivos, los afanes, las pequeñas, diminutas cosas por las que vivimos. Y aunque insatisfechos, aspirar a más nos da miedo.
Somos insignificantes porque nos proponemos serlo, porque somos cobardes, porque nos refrenamos asustados ante tentativas mayores que nos seducen, pero que nos compromete.
Podrías volar alto, pero apenas despegas de la tierra y empiezan a mirarte, decides bajar y quedar oscuro, en la vulgaridad. El heroísmo impone. Y pasamos a sentirnos insignificantes. Somos conscientes de que hemos mutilado los mejores impulsos, y quedamos frustrados.
Así viven una inmensa mayoría de hombres.
En lo hondo, en la raíz de tu inteligencia y de tu corazón, hay un potencial cuya fuerza casi nunca conocemos, pero que si la desarrolláramos serviría para obras maravillosas que casi no podemos adivinar.
Yo quisiera para ti la aventura apasionante de las grandes empresas del espíritu.
Te mides por pequeñeces. Lo mismo, agrandado cada día, ¿hasta dónde podría llegar?
Tiempo y vida no se nos dan más que una vez. Sé ambicioso contigo mismo y haz acopio de alma y de grandeza.
No hagas camino al andar. Sino anda por los caminos que ya tienes trazados y que ya sabes a dónde van a dar y en qué van a terminar, sin correr el riesgo de encontrarte perdida un buen tramo de tu vida.
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla