Primavera en Eaton Hastings
Porque te siento lejos y tu ausencia habita mis desiertas soledades, qué profunda esta tarde derramada sobre los verdes campos inmortales.
Ya el Invierno dejó su piel antigua en las ramas recientes de los árboles y avanza a saltos cortos por el prado la Primavera de delgado talle.
Por el silencio de pendiente lenta rueda la brisa en tácito oleaje y apunta la violeta su murmuIlo al pie del roble y de la encina grave.
En las aguas inmóviles del lago anclan nubes y luces vesperales y tiende el bosque sus flexibles redes al vuelo prodigioso de tu imagen.
El sol azul con cuidadosas manos rayos y brumas teje en noble arte hasta dejar de tu color, amada, la piel inmaculada de la tarde.
Te miro recostada sobre el césped, agua verde y verdor claro tu carne, tu rumoroso pelo embravecido y el bosque de tu risa palpitante.
Alrededor de tus tobillos breves ciñe la luz minúsculos collares y abrazan a tus brazos poderosos los tallos y las ramas verde antes.
Pulsan las finas cuerdas del silencio tus voces y los pájaros locuaces; el cielo en plenitud abre sus venas de calurosa y colorada sangre.
¡Y alza mi corazón su pesadumbre como un nido de sombras un gigante!
Pedro Garfias
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