¿Por qué de amor la barca voladora con ágil mano detener no quieres y esquivo menosprecias los placeres de Venus, la impasible vencedora?
A no volver los años juveniles huyen como saetas disparadas por mano de invisible Sagitario; triste vejez, como ladrón nocturno, sorpréndenos sin guarda ni defensa, y con la extremidad de su arma inmensa, la copa del placer vuelca Saturno.
¡Aprovecha el minuto y el instante! Hoy te ofrece rendida la hermosura de sus hechizos el gentil tesoro, y llamándote ufana en la espesura, suelta Pomona sus cabellos de oro.
En la popa del barco empavesado que navega veloz rumbo a Citeres, de los amigos el clamor te nombra, mientras, tendidas en la egipcia alfombra, sus crótalos agitan las mujeres.
¡Deja, por fin, la solitaria playa, y coronado de fragantes flores, descansa en la barquilla de las diosas! ¿Qué importa lo fugaz de los amores? ¡También expiran jóvenes las rosas!
Manuel Gutierrez Nájera
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