Hoja al sueño
Llegó el momento
de partir sin equipaje y rumbo fijo,
de ser péndulo que toca
la conciencia y la inconciencia en las orillas,
de visitar apenas a quien por mucho
ya no es parte de mis días
o tal vez…
de explorar de la mano de una sábana ya añeja
los mundos disparejos,
que en el vientre de mi cama
se hacen vida y dan sentido.
Período oportuno
de ser telepatía que transporta,
que te trae o me lleva junto a ti entre la bruma
a veces clara, a veces demasiado nebulosa
agridulce, exasperada, hasta inconclusa.
Es el segundo de caer hasta el abismo
y despertar de un sobresalto entre mis miedos
en un silencio que se extiende
y cubre todo…en color negro,
el más profundo negro de la noche.
Ahí puedo, en soledad
volver a revivir ese recuerdo,
o crear una certeza inexistente
tomarme tu abrazo, bebérmelo a tarros fríos
de embriagarme con su tacto maderoso
de escucharte, o de contarte con susurros
los secretos que hacen eco
en algún lugar del mundo.
Me consumo ante tu efecto
que permite recorridos sin regreso,
sin regreso porque a veces uno sueña
y no es de noche,
y camina ausente en las aceras
del contexto que se mueve
en imágenes cortadas, suspendidas.
Eres acaso,
el paso que me guía
para explorar después entre los rojos encendidos,
y revolverme en los tapices de cien sombras,
de vestirme con colores muy marinos
fundiendo cada poro con las fibras de un colchón.
Ser entonces mutación … de brizna a hoja
frágil, perfilada, diminuta
que vuela en el vaivén de la corriente
movida por el sueño.
Alexa