Noche en calma... silencio sepulcral... Calles desiertas... Negocios cerrados... apenas un suave murmullo del viento acompañaba un cielo sin luna... Eran las 3 de la mañana en una húmeda madrugada...
¡De repente! El pánico se apoderó del vecindario... Aquellos gritos desgarraban al más indolente de los humanos... Los animales atentos y nerviosos se disponían a salir corriendo despavoridos, el silencio de la noche fue abruptamente interrumpido... La impotencia podía sentirse en el llanto... La desesperación... EL pánico... Y ahí estaba yo... Abrumado... Confundido... Petrificado... Temeroso de decir media palabra... Sin saber qué hacer... Que decidir primero... Era cuestión de vida... Quizás de muerte...
Por primera vez estaba frente a mi conciencia, a mi propia imagen, sentía dolor, sentía vergüenza, sentía miedo, mis manos sudorosas, mi piel erizada, mi rostro consternado me decía que lo que veía no podía ser real, que soñaba, o más bien tenía una pesadilla, al menos esa era mi esperanza, ver más
Pero no. Fue real, fue palpable, se sentía como ave de rapiña acorralando a su presa la cual sabía lo que le esperaba, lo que su destino tenía escrito en su libro de la vida... El espejo tenía dos caras, y ninguna era la que durante todos estos años se levantaba conmigo para iniciar mi día, estaba transfigurado, retorcido de dolor, de miedo, de desesperación, por un lado la cara de una infancia, casi borrada por recuerdos brumosos y quizás no tan felices, por el otro, la nueva, la actual, la real...
No tenía más remedio que enfrentarme a lo que siempre temí, al momento que no quería llegar pero que sabía que tarde o temprano lo haría, ahí estaba yo, frente a mí mismo, frente a quien descubrí que era realmente... Ese que tanto ha mentido, que tanto daño hizo, muchas veces a conciencia, otras no, pero igual de dolorosas...
Esa alma podrida que sedujo tiernas carnes para convertirlas en la carroña de su banquete, de su lista, de su plan... Veo asqueado a ese ser vil, despreciable, manipulador, sucio, tramposo, desleal, infiel, ese cuyas manos se han manchado de ingenuidad, confianza, amor...
Qué busco? Algo fulminante, que acabe con esta despreciable vida cuyos frutos solo han estado podridos, repletos de gusanos, de pestilencia... Busco desesperadamente en mí mismo, y descubro que el peor veneno, el más letal, con el que he envenenado miles de almas está dentro de mí, me posee, se pasea victorioso en un cuerpo carroñoso y putrefacto...
El odio engalana mi alma, el resentimiento lo adorna, la bajeza la corona y la maldad la guía... Solo pienso, no actúo, espero, acecho... De repente la alborada empieza a hacer su entrada, una tenue luz inicia su proceso de calentamiento de mi habitación, tímidos rayos de luz como luciérnagas en la noche van destellando alrededor de mí, y siento su presencia, su fuerza, su poder, su gloria...
Ahí estaba frente a mí, omnipotente, todopoderoso, victorioso sobre la maldad y la muerte, me sonríe, me dice, no temas, he venido a buscarte, tienes que descansar, ya cumpliste tu misión, ahora me toca a mí, me abraza y siento su ternura, su calor, su amor... Lloro descontrolado, no sé qué decir, no puedo reaccionar, simplemente sentir, sentir su amor, sentirme amado como nunca antes me habían amado, o al menos sentido...
Toco sus manos, veo sus llagas, las marcas de espinas que circundaron su rostro, y al final... creo. Hora de irnos me dice, le digo, pero por qué yo? conoces mi vida, sabes todo lo que hice, hago y pensaba hacer, ¡no soy digno! ¡no te merezco! mira mi culpa, mis pecados, mi proceder, ¡tengo que pagar! tengo que ser sometido por mis errores, tengo que pagar, ¡no me hagas esto! ¡no lo merezco!
Me mira, me sonríe y me dice... Ya pagué por ti... No entiendo porque escribí esto, ni qée me motivo a hacerlo, pero doy gracias a Dios todo poderoso porque está aquí, ahora, conmigo y me ama, que Dios bendiga a todo el que cree, al que no, aun estas a tiempo.