OPCIONES DE VIDA
El sol sale y el sol se pone y… nada nuevo hay bajo el sol. Estas sentencias bíblicas, aunque fueron escritas mucho después del advenimiento del hombre, rigen su vida sobre este planeta. El día… la noche, la vida y… la muerte, representan la bipolaridad de nuestra esencia humana. De cómo lo entendamos y asimilemos depende en mucho nuestra estabilidad emocional y nuestra felicidad. Concepción, nacimiento, desarrollo y muerte; cuatro instancias de nuestra permanencia física sobre este planeta. Al nacer, con el primer llanto saludamos al mundo y desde ese momento procuramos disfrutar de sus múltiples beneficios y facetas. La inocente y bella niñez, precede la confusa pero inolvidable adolescencia, para dar paso a la adultez que nos presenta las diferentes opciones sobre esa tabla de ajedrez que es nuestra vida consciente; sus resultados dependerán de nuestra forma de jugar. Si logramos la felicidad, merecemos felicitación, pero si somos infelices a nadie podemos endosar la culpa. Por siempre, independiente de la entidad, somos nosotros y nadie más quienes ponemos color a nuestra vida. Podemos ver salir el sol con entusiasmo y optimismo asumiendo que será el mejor día, y ese será su resultado; o presentir que no será bueno, que tendremos problemas, y el temor que desvirtúa la realidad se encargará de hacer gris lo que pudo ser brillante. Asimismo, podemos presentir una noche borrascosa, de ruidos ensordecedores y excesivamente fríos, y de tal manera desperdiciar su dulce olor a tierra mojada y ruidos silenciosos de caídas de hojas, que dan reposo al alma. Pero, si esperamos la noche como amiga mágica de nuestro romance con el mundo, que nos ofrece alfombra para el descanso, bajo un manto de azules estrellas que nos guiñan sus ojos cómplice y felices de acompañarnos en esa emocionante aventura nocturna, de amar a esas personas de nuestro entorno íntimo, que son la razón y el acicate para ser mejores, en vez de fría y borrascosa será una bendición. Es que Dios, que vela por cada uno de sus hijos, hace el día y la noche, con sus bellos colores, sonidos y silencios para nuestro disfrute y felicidad, pero no para el desaliento ni la tristeza. Por eso nacen los cervatillos y florecen los árboles en Primavera, sembrando de colores y optimismo al mundo; caen las hojas en el otoño para nutrir la tierra y abrir camino de vida a nuevos retoños; viene la nieve a pintar de blanco la planta del mundo, mientras hiberna el oso y las aves vacacionan en el Sur; y finalmente, nuevamente el brillante calor del verano, que cierra el ciclo de una vida que en toda estación y oportunidad nos brinda la posibilidad de disfrutarla. Es un ramillete de opciones disponible para todos; podemos tomar la que nos plazca. Depende de cómo utilicemos el mayor tesoro que vino y se irá con nosotros: nuestro estado de ánimo.
por Dr. Amauri Castillo
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