Mi deseo de ti ya está cumplido antes de haberlo un día satisfecho, innecesaria sombra de mi lecho, inútil percepción bajo el vestido.
Si entre mis fauces reventó el bramido, si aguardaron mis manos al acecho, si en mi congoja aparecí deshecho, fue absurdo empeño, vértigo extinguido.
Tu imagen ya no cuelga en mis paredes, y a pasos gigantescos retrocedes el sendero, hoy trivial, de la memoria.
No acallará tu voz mi primer beso, ni habrá llanto al partir, ni habrá regreso. Fuiste sólo un posible sin historia.
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