LA DEMORA DE DIOS
Dios responde siempre, a todas las oraciones,
aunque no siempre de la manera esperada.
Rara vez Dios tiene prisa o está apurado,
lo cual se ve en su creación.
Tarda en hacer un bebé, una flor, un árbol,
o un atardecer, o incluso una brizna de hierba.
No se puede apurar a Dios.
Hay que aguardar a que llegue
el momento determinado por Él.
A veces Dios demora su respuesta
a una oración hasta que hayamos aprendido
algo que Él quiere enseñarnos.
O a veces espera hasta que se produzcan
las condiciones propicias para el resultado
que Él quiere lograr.
Como en el caso de aquel hombre
de la Biblia que era ciego de nacimiento.
Tuvo que ser ciego toda su vida
para que todos lo supieran, y así,
al llegar cierto día, Jesús lo sanara
prodigiosamente, y Dios fuese glorificado.
(Jn, 9)
En ciertos casos, tal vez transcurran años,
hasta que sepamos que Dios no respondió
del modo que esperábamos, o cuando se lo pedimos,
¡Pero el día siempre llega! y sabremos que Dios
actuó muy acertadamente.
¡Esperemos siempre en el Señor!
La oscuridad más densa es antes del amanecer,
y la mayor desesperación ocurre
justo antes de la salvación.
La más profunda desesperanza ataca
justo antes de ser rescatado.
Por eso no dudemos, ni por un instante
que Dios siempre nos contestará.
¡Y con toda certeza veremos lo que Él hace!
Confiemos en Él, y démosle gracias
por la respuesta, aunque no la veamos
ya, en forma inmediata.
¡Después nos alegraremos de haber confiado en Él!.
Autor: Desconocido
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