Cada madre tiene un hijo preferido. Es algo que no puede resistir. Después de todo ella es un ser humano. Yo tengo el mío; el hijo por quien siento una cercanía especial, con el cual comparto sentimientos de amor que nadie jamás podrá entender. Mi hijo preferido es el que ha estado demasiado enfermo para poder comer helado durante su fiesta de cumpleaños… que tenía varicela durante la Navidad… que al acostarse usaba abrazaderas en sus piernas porque sus pies se viraban hacia dentro… que a medianoche tenía fiebre, el ataque de asma, el chico que sostenía en mis brazos en la sala de emergencia.
Mi hijo favorito es el que cometió los errores durante el recital de piano, no supo deletrear la palabra comité durante el concurso de ortografía, corrió en dirección contraria durante el partido de fútbol y le robaron su bicicleta por ser descuidado.
Mi hijo preferido era egoísta, inmaduro, malhumorado, y egocéntrico. Era vulnerable, solitario, inseguro en cuanto a su participación en este mundo; y sumamente maravilloso.
Todas las madres tienen un hijo preferido. Siempre es el mismo: el que al momento te necesita. El que te necesita por cualquier razón -para aferrarse a ti, gritarte, herirte, abrazarte, elogiarte, echarte la culpa o descargar sobre ti- pero mayormente para que estés presente.
Haz que tus hijos sientan que son especiales, al estar siempre disponible para ellos, así como nuestro Padre celestial está siempre disponible para nosotros.
Los hijos necesitan amor especialmente cuando no se lo merecen.
Tomado del Libro Devocionario de Dios para los Padres, editorial UNILIT
Cuando encontré esta pequeña reflexión, no pude dejar de pensar en la gran verdad que leía. Tengo 2 hijos, y siempre como padre uno dice que NO tiene favoritos, por lo que al leer el título llamó más mi atención. Y es que cuando ese hijo lo necesita a uno, y damos ese tiempo especial que necesita, por ese instante se convierte en favorito. No porque sea mejor que el otro sino porque las circunstancias hacen que ocurran.
Lo que más llama mi atención es que en esos momentos nuestra respuesta como padres, para estar ahí, va a ser definitiva en la relación que tengas con ese hijo. Puede ser el momento de una enfermedad, una frustración, o hasta para disciplinar. El que estemos presentes es sus vidas en esos momentos precisos son los que definen su futuro y por ende el de nuestra familia.
Hoy en día pasamos muy ocupados, y hemos dejado esas responsabilidades en terceros, y he escuchado madres y padres frustrados porque sus hijos piden más ayuda o consuelo a esas terceras personas que a sus propios padres. Pero también conozco padres y madres que sus hijos están por encima de todo, que cuando llaman de la escuela porque el niño o la niña se siente mal, están en minutos ahí para socorrerlos, que tienen una gran comunicación, como para que sus hijos les cuenten sus confidencias y busquen consejos en ellos, que prefieran pasar una tarde familiar, que una salida con sus amigos o quedarse solos en casa, mientras el resto de la familia sale a pasear.
Entonces esos momentos en los que se han convertido en los hijos favoritos, rinde fruto en el futuro, porque han aprendido que sus papás están ahí para cuando los necesiten, sin importar que tan grande haya sido la falla o error cometido.
Hoy es el día de que tomemos conciencia de que los hijos necesitan de nuestra presencia y que esa atención en el momento oportuno, va a acercarnos para que conforme crezcan no se cree un abismo y nos distanciemos como es muy normal en muchas familias.
Así que aprovecha el tiempo con ese hijo Preferido!
Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
Lucas 6: 36