Espejo Hay una noche, un tiempo hueco, sin testigos, una noche de uñas y silencio, páramo sin orillas, isla de yelo entre los días; una noche sin nadie sino su soledad multiplicada.
Se regresa de unos labios nocturnos, fluviales, lentas orillas de coral y savia, de un deseo, erguido como la flor bajo la lluvia, insomne collar de fuego al cuello de la noche, o se regresa de uno mismo a uno mismo, y entre espejos impávidos un rostro me repite a mi rostro, un rostro que enmascara a mi rostro.
Frente a los juegos fatuos del espejo mi ser es pira y es ceniza, respira y es ceniza, y ardo y me quemo y resplandezco y miento un yo que empuña, muerto, una daga de humo que le finge la evidencia de sangre de la herida, y un yo, mi yo penúltimo, que sólo pide olvido, sombra, nada, final mentira que lo enciende y quema.
De una máscara a otra hay siempre un yo penúltimo que pide. Y me hundo en mí mismo y no me toco.
La noche quedó atrás, un nuevo día se asoma en tu horizonte de ventura. En lo que fuera llanto, hay alegría en lo que fue rencor, hoy hay ternura.
Ya eres otro. Bajo el conjuro de la palabra "Amor" te has superado. Todo es más noble en ti. Todo es más puro, porque todo de amor se te ha llenado.
¡Amar y solo amar! Esa es la clave que mueve al universo, a la vida. Lo duro de la senda es más suave si tú puedes decir: "Ama y olvida".
Amar a Dios, a ti, al mundo entero. A los que tú conoces, al extraño, al rico, al poderoso, al pordiosero, al que te da la paz o te hace daño.
¡Tú ya eres otro!, porque has podido arrancar la cadena que te ataba a tu eterno "Imposible", y has sabido trasponer el dolor que te agobiaba.
Llena tu mente de las cosas buenas, de las cosas positivas que construyen y deja en el ayer todas tus penas, las negaciones que todo lo destruyen.
Tu hogar será de dicha, y en los tuyos hallarás el "Por qué" de tu camino. Y todo para ti será de orgullo, y tus hijos tendrán otro destino.
Y tú que eres soltera, buscarás, no al hombre que halague tus sentidos, sino al alma que te comprenda más, porque el alma hace al hombre y no el vestido.
La noche quedó atrás. Un nuevo día se anuncia en el dintel de tu ventana. Ya no dejes que escape tu alegría ni que vuelva el ocaso a tu mañana.
Ya no vivas de ayeres, de lamentos. Ya no suenes tu nota discordante. Piensa siempre en todos tus momentos, ¡que la vida comienza a cada instante!