¿Rencores? ¿porqué rencores? No le va a mi señorío, ¿guardarle rencor a un río que fue regando mis flores?; Tú me diste los mejores cristales de tu corriente y no sería decente maldecirte por despecho, si tenemos el derecho de dar o negar la fuente.
Debo estarte agradecido por tu generosidad, tú me diste por bondad lo que yo di por cumplido, me brindaste tu latido, tu transitorio amor loco, ¿que duró mucho? Muy poco, tus ojos siempre empañados y los potros alocados del cariño que yo evoco.
Me diste un beso, el primero, que es el que más atosiga, y me diste la fatiga de un cariño verdadero; me diste luna y estero, tu corazón sin celaje, pusiste todo el encaje de tu caricia en mi pelo, y me regalaste el cielo con cinco hijos en el viaje.
Por eso yo, bien nacido, ni te odio ni te aborrezco, al contrario, te agradezco todo lo que me has querido; ni me importa si te has ido con tu barca hacia otro mar, que yo no te puedo odiar por esa mala partida ya que odiar es en la vida, un cierto modo de amar.
Ni te vengas a mi lado para pedirme perdón, el perdón es la razón de volver a lo pasado; y lo pasado, pasado, que pasó porque pasó, déjame que viva yo sin perdón y sin rencores porque, por más que me llores... lo nuestro ya terminó.
Manuel Benítez Carrasco
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