En días pasados una amiga me pidió que la pasara buscando, luego de ir ella a la peluquería para hacerse unos retoques de belleza. Al final, la pasé buscando casi media hora después de la hora acordada, ya que se complicaron un poco las cosas con el trabajo de la oficina.
Cuando la veo, trae una cara de pocas amigas, y al entrar al carro rompe en llanto.
Le pregunto cuál era el motivo de llorar, pensado en lo peor.
Y resulta que me dice que no pudo esperarme dentro de la peluquería, ya que al rato de haberle hecho lo que ella había pedido, el dueño le dijo que no podía esperar adentro y que le agradecía que se retirara.
Fue a una panadería/fuente de soda que se encontraba al lado, donde pide un refresco, y se dispone a esperar adentro mi llegada. Al rato nuevamente le piden que se retire.
Luego de escucharla, le pregunté qué estaba haciendo o cómo lo estaba haciendo, ya que me parecía extraño que en dos ocasiones sucesivas le pidieran que se retirara de los locales.
Pues a partir de ese momento el malo de la película era yo, pues estaba de parte de ellos, y pensaba que ella no era de confiar.
Traté de razonar con ella, pero no pude, y dejé que se calmaron los ánimos.
Luego, en la tranquilidad de la presencia de dos tazas de té, le dije que quizás su actitud no brindaba comodidad al personal de los negocios involucrados. Quizás se mostraba muy ansiosa, o nerviosa, o mal encarada.
A veces uno piensa que el mundo entero está en nuestra contra, pero no nos ponemos a pensar que quizás nuestra actitud hace que sea así o que lo percibamos de esa manera.
Eso hace que revisemos nuestras conductas, y nuestras actitudes. Muchas veces lo que es normal para nosotros, no es normal para mucha gente. O viceversa. Será que todos están equivocados y nosotros estamos en lo correcto? O Viceversa?
Tengo una prima que hace café con leche y lo tiene en la nevera, para tomarlo frío. Yo prefiero un buen café caliente y espumoso. Y así paren ustedes de contar.
En estas épocas decembrinas y de fin de año, siempre es bueno hacer un análisis de lo que hemos hecho en el año, y cómo lo hemos hecho. Lo que hemos dejado de hacer, y cómo lo hemos hecho. Lo que hemos hecho mal, y cómo lo hemos hecho.
Y me viene a la mente la imagen de Mafalda, pidiendo al mundo que se pare para bajarse.
Antes de culpar al mundo, revisemos lo que hemos hecho. No seamos Calimeros o nubes grises.