Te quiero tanto que cogería una a una todas las estrellas para poder dibujar tu rostro con ellas.
Dormido es cuando más pareces un ángel, con tus alas rozando la noche y tentando a mis labios que desean besarte, pero temiendo que uno solo de mis besos pudiera despertarte.
Cuando no estás a mi lado, cuando no te tengo cerca porque no puedes estarlo, te echo tanto de menos que rasgaría el universo con mis manos.
Me atormenta la idea de que un día se acabe el mundo y tú no estés cerca para agarrarme a tu cuerpo, y así, poder estar juntos en ese momento.
Tus ojos son lo más bonito que he visto en la vida, y junto con el resto de tu figura forman el monumento más hermoso que ha existido nunca.
Brillas por tu belleza, una belleza perfecta que me deslumbra al mirarte. Tocarte, es el sentimiento más intenso que he vivido y junto con tus besos se convierte en el más excitante que he sentido.
Dímelo tú, dime por qué te amo tanto, por qué me ahogo cuando no estás a mi lado, por qué deseo tanto el fuego de tus labios.
Dime por qué ansío ver tu dulce cara rozando plácidamente la mía, por qué te busco cada noche entre mis sábanas y por qué en cada sueño apareces tú, mi ángel, me observas, susurras al viento para que éste resbale en mis mejillas y me haga sentirte cuando no puedes estar aquí, amándome, acariciándome con tu piel y tus palabras que despiertan mis sentimientos más ocultos para unirse con los tuyos en un instante sin fin.
Autora: Beatriz Gimeno Rodríguez